martes, 1 de julio de 2014

Tomodachi Life

Tomodachi Life presenta pues un entorno de vida artificial ideal esterotipada con innumerables momentos heteronormativos y donde la felicidad depende de tener más de todo y mejor. Como jugador es mucho mejor no pensar mucho en ello porque si no la partida se acaba antes de empezar a poco que uno sea una persona concienciada. Como simulador social falla a la hora de presentar acciones complejas (los personajes no necesitan trabajo, por ejemplo, te piden dinero, si llega a darse el caso) y funciona más como escaparate virtual ya que, y esto es un acierto, la personalidad y factores que definen a cada personaje (y no hay dos iguales) hace que se porten de manera impredecible y muchas veces simplemente somos espectadores de lo qué sucede en el edificio de apartamentos o en sus aledaños. Los tamagotchi de la Nintendo del siglo XXI pronuncian tu nombre a grito pelado, te piden comer, se enamoran y tienen hijos. Se parece demasiado a la vida real. Menos mal que los momentos de humor aligeran un poco la pesadilla que se esconde en lo profundo de esta isla.

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